viernes, 22 de agosto de 2008

Francisco y su repetida monotonía

---Se levantó a las cuatro de la mañana. Caminó hasta la cocina. Prendió la luz. Agarró el jarrito de metal con la manija quemada. Abrió la canilla de agua caliente. Llenó el jarro. Prendió la hornalla más chica. Puso el fuego fuerte. Colocó el jarro sobre el fuego. Salió de la cocina.
---Caminó por el pasillo angosto. Se chocó una silla. Llegó al baño. Tocó la puerta, sólo por costumbre. Entró. Prendió la luz. Se miró al espejo. Agarró la toalla. Abrió el agua fría. Se lavó las manos. Con ellas se mojo la cara. Se secó. Tomó la pasta de dientes. Puso un poco sobre su cepillo gastado. Se lavó los dientes. Tomó el peine. Se peinó. Apagó la luz. Salió.
---Entró a la pieza haciendo silencio para no despertarla. Agarró la camiseta blanca, la camisa azul, el pantalón negro, y los zapatos. Se sentó en la cama. Se cambió las medias. Se vistió. Sacó la mochila del ropero. Tomó el mameluco del sillón y lo guardó. Salió.
---Fue hasta la cocina nuevamente. Sacó el jarro de la hornalla. Apagó el fuego. Tomó una taza. Abrió el café y colocó tres cucharadas. Dos de azúcar. Vertió el agua hasta la mitad. Revolvió. Agregó leche. Saco de la bolsa un pedacito de pan. Le untó manteca y dulce.
---Se sentó en la mesa del comedor. Tomó el café con leche de a sorbos chiquitos. Lo entremezcló con cachitos de pan. Miró el reloj. Pasó una hora desde que se levantó. Se apuró para no perder el colectivo. Terminó el desayuno. Fumó un cigarrito. Dejó la taza en la cocina.
---Camino por el pasillo hasta la pieza. La saludó con un beso. Le acarició el pelo abarrotado por la almohada. Salió. Fue al cuarto de Joaquín. Lo besó en la frente. Lo tapó con otra manta. Se despidió de soledad con un abrazo.
---Cantó en voz bajita durante las 15 cuadras que lo separan del colectivo. Esperó otro rato. Divisó el 562. Sacó del bolsillo la billetera. Tomó la tarjeta cargada con dos viajes. Estiró la mano y paró el colectivo. Pagó. Se sentó en el tercer asiento individual. Tiró la cabeza para atrás. Se despertó al final del recorrido. Bajo. Camino 20 cuadras más para llegar al laburo.
---Entró. Le pidió a Betty su tarjeta. Fichó. Seis en punto. Se dirigió al vestidor. Se puso el mameluco. Guardó la mochila en el casillero. Saludo a José, a Luciano y a Gerónimo (su amigo). Se dirigió hasta el cuarto de trabajo. Esperó el silbato. Se colocó en su lugar de la cadena. Cumplió su función de eslabón importante no primordial. Cortó a las doce para almorzar. Volvió a su lugar doce y media. Salió a las cinco.
---Se encontró en la esquina con los muchachos. Caminó con ellos hasta el bar de Fermín. Se sentó al lado de la ventana. Pidió una cerveza de litro. Conversó con sus amigos. Se rió. Leyó el diario. Se levantó después de dos horas. Se despidió de sus amigos. Caminó hasta la parada del colectivo. Esperó diez minutos. Subió y recordó que debía cargar la tarjeta. Se durmió y se despertó al final del recorrido.
---Volvió a caminar las 15 cuadras que lo separaban de su casa. Paró en la esquina. Cargó la tarjeta. Compro cuatro chupetines. Uno para el, uno para ella, uno para Joaquín y otro para Sole. Llegó a su casa. Saludó a la familia.
---Fue al cuarto. Se sacó la ropa. La guardó en el armario. Sacó el mameluco de la mochila y lo dejó en el sillón. Guardó la mochila. Se puso el pijama.
---Fue al baño. Descolgó la bata. Se desvistió. Abrió el agua caliente. Se metió a la ducha. Tardó cuarenta minutos en salir. Se sentó en el banquito de madera. Se puso el pijama. Se peinó.
Se sentó en la mesa al lado de Joaquín. Ella sirvió el guiso de fideos con algunos pedacitos de carne y fue a buscar la soda. El prendió el televisor. Puso la novela. Comió dos platos. Miró el reloj. Diez y media de la noche. Saludó a sus hijos. Saludó a su señora.
---Entró al cuarto. Abrió la cama. Tomó Cien años de soledad. Lo abrió en la página indicada por el separador. Se acostó. Puso el despertador a las cuatro., Leyó un rato. Esperó a que ella se acostara. La besó en la frente. La tomó de la mano. Se quedó dormido.

viernes, 8 de agosto de 2008

Un poco de todo

---Hoy me levanté cansada. Miré la hora y era temprano…diez y cuarto. Puse la pava y preparé el mate listo porque las chicas no estaban en casa.
---¿Qué hago? Me muero de embole hasta las seis. ¿Estará lindo el día? Podría ir a la plaza a estudiar.
---Estaba en ese debate interno cuando llegó la flaca con Pato. Me senté con ellos y desayunamos…más tarde llegó Meli con toda su vitalidad y empezó a hablar sin parar.
---Me acordé que me iba. Agarré las cosas y saludé.
---¡Para! Salgo con vos, me voy al parque a hacer ejercicio y a llamar a mi vieja-dijo la flaca.
---Yo me voy para mi casa-dijo Pato.
---Bueno vamos…pero apuren.
---Nos despedimos en la esquina. Caminé tranquila, pasé por el kiosquito de 44 y compré puchos. Sonó el celular, un mensaje. Era Laucha para avisarme que a la tarde tenemos reunión de la JUP.
---Llegué a la plaza y saqué los textos. Empecé con la lectura, y me atrapó. Villa, Zapata, Fidel…va a estar bueno rendir este parcial.
---De pronto me descolocó el cel. ¡Otra vez! ¡Que molestia! Leo la pantalla para evaluar si atiendo…”Lechu llamando”
---¡OH! Hola cariño
---Hola nena. ¿Qué haces en media hora?
---Recién llego a la plaza. Estoy estudiando un poco…el lunes rindo el parcial del seminario.
---¡Cierto! ¿Nos vemos más tarde?
---Bueno dale. ¿Tipo dos en Plaza Italia? Pero un ratito nomás porque después me tengo que ir a hacer política ¡jajaja!
---Bueno dale…ahí te espero.
---Miré la hora. Doce y media. Levanté las cosas y volví a casa. Comí algo, agarré las cosas de la Facu, y me fui a la parada del bondi. Dos horas esperando al maldito 10 Olmos.
---¡Al final no leí nada para el parcial!
---Llegué temprano a la plaza. Me senté en mi banquito de siempre y me puse a leer. No llegué a la segunda página cuando cayó Lechu… ¡Que se le va’ hacer! Se sigue posponiendo el estudio.
---Charlamos un ratito, tomamos una cerveza y colgamos mirando como limpiaban el monumento con mangueras a presión.
---¿Hay jornada el sábado?
---Si, pero yo voy a Tolosa. ¿Querés venir?
---Si no volvemos muy tarde si…tengo que estudiar para el lunes.
---Mañana hay marcha… ¿Vienen?
---¡No se! ¡Ni idea! Ahora le pregunto a Lau y te digo…
---Che ¿vamos yendo? A las cuatro tengo que estar en el local para la reunión.
---¿Qué hora es?
---Cuatro menos cuarto ¿por?
---Si, vamos, vamos. Tengo que estar a las cuatro en la facu, tengo reunión de la JUP
---Cuando llegué a la facu ya estaba toda la banda. Tiramos algunas ideas, formamos algunos proyectos y discutimos la posición política para las próximas elecciones de centro.
---Duró bastante la reunión. Estuvimos una hora y media hablando de nuestra postura, qué hacemos para presentarnos, cómo hacemos para que salga bien…debate movido, con mate y Don Satur de por medio.
---Y… ¿Te pareció productivo?
---Si, que se yo. Hay ganas de hacer cosas, organizar las actividades barriales…la banda se va copando de a poco.
---Si tal cual. ¡Está bueno eso!
---¡Ni hablar! Bueno Lau, me voy a cursar
---Llegué a la sede de ocho. ¡Que pesado audio por Dios! Me fumé la clase entera…no estuvo muy interesante, como de costumbre. Cuando terminó me fui para casa. A estudiar un rato…rindo el lunes, no puedo colgar más.
---Logré avanzar bastante, hasta las doce más o menos. ¡Estoy muerta! Como algo y me voy a dormir, tuve un día largo hoy, además los próximos días viene movidos también…marcha, mesita, barrio, reuniones, salidas y parcial.
---¡Hoy a la noche tomamos unas birritas con Paco!-dijo Meli
---¿A qué hora?
---En un rato…tipo dos venía para acá me dijo.
---Y así van pasando los días…los míos y los de todos. Un poco de estudio, un poco de compromiso social, un poco de amor y noches de cerveza.



[Trabajo para el Taller de Textos II
Consigna: Ilustrar a manera de historia o cuento, la realidad de los jóvenes de hoy, utilizando como referencia a vos mismo y tu entorno]

lunes, 4 de agosto de 2008

Media Verónica

---Tendida en su cama de sábanas aterciopeladas y sin estructura de barrales, Verónica intenta recuperarse de su última crisis de llanto. Yo, la miró desde el balcón, le acerco el “ventolin” y pongo el jarrito para el mate.
---Este es uno de los ataques más fuertes que le he visto padecer; incluyendo como dato, que es el segundo de tal magnitud que sufre en el día. Estoy verdaderamente asustado, me quedó inmóvil mirando las burbujas de hervor en el agua.
---Me desespero. Verónica no puede despegar del trance en que está sumida desde hace ya un rato largo. Intento pensar una solución, una manera de ayudarla…no puedo. ¡No puedo hacer nada! Estoy cansado, un sentir raro me envuelve…una especie de sopor se apodera de mí…

(---Nos conocimos una tarde de diciembre en Plaza Rocha. Yo estaba sentado en el pasto, pensando en uno de mis extraños viajes producto de la marihuana. Ella llegó y se sentó a mi lado, estaba vestida de color violeta, y llevaba el pelo batido…casi sin mírame me dijo:
-¿Dónde estás?
-¿Qué querés decir?
-Mmmm ¿Dónde estás volando?- dijo, denotándome la obviedad de su pregunta
-¡Ah! En el espacio…creo. Tal vez sea otro lugar
Se quedó ahí sentada inmóvil durante un rato. Después se levantó y se fue. No volví a verla por un tiempo, de hecho ni siquiera la recordaba.
En esa época todavía cursaba cine en la Facultad de Bellas Artes, y fue ahí donde la cruce por segunda vez. Estaba sentada en la rampa, cuando salí sin verla. Caminé unos pasos y escuché su voz:
-Me costó mucho encontrarte- dijo
Me di vuelta enfurecido. Me molestaba su presencia. La miré a los ojos y descubrí en ellos un brillo especial. Algo que no conocía
-Soy Santino-le dije- ¿Voz? ¿Cómo te llamas?
-Verónica- me contesto, mientras corría a agarrarme de la mano.
Caminamos muchas horas en silencio. Cuando me percaté estaba en Tolosa, en la puerta de un caserón enorme. Me quede perplejo mirándolo mientras Verónica abría la puerta.
-Pasa-me dijo-¿Querés tomar unos mates?
Entramos. La casa era muy fría. Me dio la impresión de que era una casa deshabitada, solitaria…pero, muy por el contrario estaba llena de habitaciones y gente que vivía bajo el mismo techo sin que los una ninguna relación.
Su cuarto estaba en planta baja, al final de una larga galería…aún así, el cuarto tenía balcón. Cuando me acerqué a la ventana, pude observar en el piso una frase pintada con aerosol
“Todo lo que nos rodea es falso e irreal” decía con letras negras y chorreadas sobre las cerámicas blancas. Verónica entró a la pieza con el mate en la mano y se sentó en su cama.
Volví a mi casa muy tarde. Mis papás no se habían percatado de mi ausencia; quizás por falta de interés, quizás por costumbre. Fui hasta la cocina y me preparé algo de comer. Mientras me comía un sándwich me puse a pensar…creo que fue en ese momento que supe que estaría unido a esa mujer para siempre.
Nos veíamos regularmente, tres o cuatro veces por semana. No sabía nada de su vida, nunca lo supe…pero presentía que ese brillo especial era su soledad manifestada.
Llegué, con el tiempo, a enamorarme de Verónica. Tampoco supe jamás si el sentimiento era mutuo. Una tarde de julio, sentados en el bosque y mirando los árboles le pregunté si estaríamos juntos toda la vida.
-Hay preguntas que no se responden. Uno abraza a quien las formula, le palmea la espalda, y le murmura oraciones de consuelo en el oído- me contestó.
La abracé fuerte, me acaricio la cabeza y nos quedamos hablando de cosas cotidianas hasta que salió la luna.
La noche siguiente fui a buscarla. Estaba sentada en el balcón leyendo poemas de Urondo. Me acosté en la cama y tomé un cuadernito azul en el que Verónica escribía cosas relevantes. Una frase me llamó la atención, pero no la entendí así que la deje de lado y puse el agua para el mate.
Verónica seguía sentada en el balcón, parecía no notar siquiera mi presencia. Media hora después entró y me dijo:
-Quiero leerte algo que mi mamá me decía cuando yo era chica.
-¿A ver? ¿Qué es? ¿Una canción de cuna?
No reparó en mi broma, y con lágrimas en los ojos comenzó a leer:
-“Si ustedes me lo permiten prefiero seguir viviendo. Después de todo y de pensarlo bien no tengo motivos para quejarme o protestar.”
-Así era mi mamá-dijo después de unos minutos; y fue, precisamente, allí donde presencie su primera crisis de llanto. El primero, de la larga lista que la acosó hasta el día de hoy.)

Tendida en su cama de sábanas aterciopeladas y sin estructura de barrales Verónica intenta recuperarse de su última crisis de llanto. Han pasado nueve años.
Pero esta vez supe que sería diferente, que no lo lograría; que a pesar de mi presencia Verónica no había podido librarse de la soledad que la consumía lentamente.
Cuando pude resurgir de mi letargo, recordé aquella frase y por fin pude comprenderla “Debajo de todas las apariencias, está la búsqueda de la verdad, la confrontación de la verdad profunda”



[Este trabajo lo hice en una clase de Textos II. La consigna era escribir un cuento o una historia incluyendo en ella, de la manera más natural posible las siguientes frases:
"Todo lo que nos rodea es falso e irreal"
"Hay preguntas que no se responden. Uno abraza a quien las formula, le palmea la espalda, y le murmura oraciones de consuelo en el oído"
"Si ustedes me lo permiten prefiero seguir viviendo. Después de todo y de pensarlo bien no tengo motivos para quejarme o protestar"
"Debajo de todas las apariencias, está la búsqueda de la verdad, la confrontación de la verdad profunda"
Creo que me salió bastante pasable]

domingo, 3 de agosto de 2008

Mi mariposa

Posó sus alas verdes en mi espalada, y ambas nos teñimos con una tinta gris medio avejentada.
Allí quedó, inmóvil para siempre. Sus enormes alas estancadas en mi piel.
A veces me pregunto que habrá sido de su vida…cómo, cuándo, dónde y porque.
A veces creo que el dolor del nervio cíatico se debe a su aleteo, a su anhelo de volver a volar.

El hada y el árbol

---Sus alas eran enormes. Enormemente azules. Tenían líneas rojas mezcladas con lunares bancos, pero en su totalidad eran azules. Azules como el mar, como el cielo azul, azul francia, azul eléctrico…simplemente azul en todas las variedades que el azul puede tener.
---Un cuerpo esbelto, con la figura bien marcada. Las curvas muy definidas. Delantera exuberante, cubierta sólo con un gajo de tela blanca, que en algún tiempo fue un vestido pomposamente elegante, brillosa, sedosa, tersa…parecía formar parte de su piel, estaba como encarnada…hecha carne. Estaba ahí y cumplía a la perfección su rol de cubrir, pero parecía no estar y dejar todo al descubierto. Formaba parte de ella.
---El jirón de tela blanca, encarnada, se ataba en su espalda con un nudo casi invisible, y dejaba caer sus extremos hasta la cintura. Colgaban ambas puntas con una elasticidad propia de la seda, aunque en realidad no era seda…o si lo era, no se notaba debido al paso del tiempo. Caían desde ese nudo etéreo, imperceptible, de forma tan natural que a veces se mezclaban con el cabello…sobre todo si lo llevaba suelto.
---Un , grandísimamente largo, manto color dorado salía desde su cuero cabelludo y se extendía durante 11 largos metros, enroscados en una trenza sin final aparente que culminaba en un lazo de color blanco nube de algodón. Tenía la suavidad de la felpa, y la caída de la lluvia de verano. Como todo en ella, era tan normal que parecía formar parte de un todo sin divisiones. Cubría ampliamente su frente, la totalidad de su ojo derecho, pasaba por sus hombros y formaba una fina línea en su espalda cayendo, en su culminación, por los suelos.
---La espalda era larga…muy larga. Pequeña en ancho. Era un deleite mirarle la espalda. La piel suave…del color de un durazno inmaduro. Se percibían en ella muy leves levantamientos, cercanos uno del otro, formando una línea larga y delgada que delimitaba y denotaba su postura. Comenzando desde el cuello, y terminando en la cadera, la columna y la contextura eran perfectas.
---Un rostro privilegiado. De aquellos que solo puede envidiar Marylin Monrroe. Tenía el colorete incluido en las mejillas. Jamás usaba maquillaje. Las pupilas negras y grandes, formaban un perfecto círculo concéntrico con el azul de su mirada. Un azul soberanamente parecido al de sus alas. Nariz pequeña y respingada, exactamente respingada, naturalmente respingada. Separaba perfectamente alineados a los dos ojos enormes, a su mirada de niña triste. En relación con su cabello, las pestañas eran largas y doradas. Poseía solamente las del párpado superior.
---Labios rojo carmesí. Un carmesí natural, no importado de Loreal. Eran pequeños pero carnosos, bien definidos. La pulcra comisura del labio superior le daba a su boca la apariencia de aquellas muñequitas de porcelana coleccionables. Sobre ellos del lado izquierdo se dejaba ver absolutamente descarado un lunar, negro azabache…oscuro, con una prominencia impresionante debido a lo tierno de su piel y lo claro de sus cabellos.
---Piernas, que más que piernas eran esculturas. Comenzando desde los pies, perfectamente cuidados y acicalados todos los días. Si se pintaba las uñas, fue algo que jamás pudo evitar. Sus tobillos median exactamente la vuelta que sus manos permitían dar alrededor de ellos. Las pantorrillas concretadas, fuertes, resistentes de tanto andar. Estaba descalza. Parecía nunca terminar de recorrer con la vista sus piernas de flamenco.
---Una tela cortada en forma de short, desgajada por los años y el trajín de los bosques, culminaba mi visión. Como era de suponerse, también era de color blanco…blanco como la leche. Símbolo de su pureza. Pureza del alma, virgen, bondadosa. Alma repleta de cariño.
---Cuando la encontré yacía al pie de un árbol viejo como ella. Increíblemente ambos conservaban su juvenil belleza. Implacable el paso de los años. Imperceptible en los cuerpos del hada y del árbol.

viernes, 1 de agosto de 2008

Descripción

En un punto sin retorno
No retornable
Se torna insoportable
Inaguantable
Se queda como sentada
Pasmada, colgada
Pensando en nada
En el limbo de sus pensamientos
No vuelve
No puede
Se traba
No escribe
No siente
Esta cansada
Perdida
Colgada
Ahí sigue
Así queda
No reacciona
Inmutable
Inservible
Inalcanzable
Imposible pensar en regresar
De su letargo eterno