sábado, 11 de octubre de 2008

Gabriel

---Y así comenzó su show. No me espero. Pero las cosas no salieron bien. Los cantantes bailaban, los bailarines tocaban la guitarra, los guitarristas formaban parte del público…y esa maldita neblina que no nos dejaba vernos las caras de arrepentimiento.
---Fue una gran experiencia. Sabíamos que cuando saliéramos del estadio, nadie estaría seguro de lo que había pasado, ni de lo que podría pasar. Ni siquiera si volverían a tocar en un frenesí de locura como el que presenciábamos estupefactos desde nuestras butacas imaginarias.
---El estaba parado en el escenario hecho de barro, atónito, sin comprender. La guitarra flotaba entres sus manos, y nunca había logrado que los acordes le salieran tan perfectamente melódicos como esa noche en la que nadie lo escuchaba. La música estaba en armonía con su voz, que mágicamente se había tornado dulce y afinada.
---Yo estaba intentando disfrutar el concierto, pero se tornaba realmente imposible. La gente corría, gritaba, quería escapar. Estaban poseídos por una fuerza superior, algo como mágico. Pero no tenía que ver con ellos, surgía de otro lugar.
---Cuando desperté al otro día, me dolía la cabeza. Tenía extraños moretones por todo el cuerpo. Jamás recordaré donde estuve la noche anterior, y nunca entenderé porque Gabriel desapareció de la ciudad sin dejar más rastro que su guitarra.