jueves, 31 de julio de 2008

Colon y Viamonte

Ella caminaba por Colon en dirección a la Costa
El desde la costa, había tomado Colon para volver a su casa
Ella todavía tenía puesto el uniforme del colegio
El la ropa de jugar al fútbol
Ella no lo conocía a el
El a ella…tampoco
Se cruzaron en Viamonte
A ella se le aceleró el corazón
A el le temblaron las piernas
Ella lo miró
El le sostuvo la mirada
Ella se puso colorada
El le tomó la mano
Ella se quiso alejar
El la retuvo
Ella lo saludó
El le dio un beso en la mejilla
Ellos se besaron sin conocerse
Ellos se transmitieron pasión
Ella sintió amor
El sintió algo grato
Ellos se despidieron
Ella no lo vio nunca más
El a ella…tampoco.

martes, 29 de julio de 2008

Los adolescentes y la cultura alcohólica

Para ser clara y concisa, y para que leas mi nota, cabe aclararte que no es un informe en el que voy a retarte o a decirte lo jodida que esta la sociedad porque los jóvenes tomamos alcohol, no voy a usar estadísticas alarmantes para asustarte; sin embargo, intenté analizar lo más objetivamente posible esta cuestión de la diversión sin límites en la que estamos sumidos…y esto es lo que salió…
Hoy en día, nosotros los que estamos en una franja de edad comprendida entre los 16 y los 30 hemos adoptado para nuestro divertimento una modalidad de no límites. Para salir con tus amigos y pasarla bien vale todo: tomar hasta no dar más, fumarse uno, tomarse una pepa, o lo que fuere. Sin embargo, y siendo totalmente sinceros con nosotros mismos, sabemos que muchas veces nos pasamos de rosca y es ahí cuando todo se va al carajo.
Salgo con mis amigos, me voy a un barcito tranquilo, al que voy siempre, me siento en una mesa con los chicos, pasa la camarera y me compró una cerveza. Después de esa compro otra, y otra más. Juan compra otras 3, y Jazz dos. Hacemos una vaquita y compramos un vino con speed, y si nos sobra plata otro más. Llega otro amigo, que recién sale y todavía no gasto, y al ver que nosotros estamos medio copete y el no, decide comprar un champagne porque así se entona más rápido. Venga el champagne. Todavía nos queda plata para comprar algún trago y vamos por una medida de vodka una de melón y dos speed. A todo esto recién son las tres. Cuando en la billetera va quedando poca plata, y los efectos del alcohol van haciendo estragos en las caras y los comportamientos, nos acordamos que no cambiamos las salidas de los chicos y volvemos a la barra a pedir otra vieja y querida fresquita para culminar la noche. A las cinco de la mañana cuando cierra el bar (si, viste…cierran muy temprano ahora) estamos en un estado calamitoso. Si hacemos la cuenta, en el correr de la noche tomamos: 12 cervezas, 2 vinos, 1 champagne, 1 medida de vodka, 1 medida de licor de melón y 6 speed. ¿No te parece demasiado?
Otra situación: Te juntas en tu casa a comer con tus amigos. Piden unas pizzas y ya de entrada tenías en la heladera 8 cervezas, porque son muchos. Los chicos traen un par más para no llegar con las manos vacías. Comen cagandose de risa, y sirviéndose algún que otro vasito de birra. Cuando se quieren dar cuenta, la heladera esta vacía y las botellas que trajeron los chicos también. Juntan todos los envases, eligen un auto y un conductor (peligro: todos están copete, ninguno debería manejar), dos acompañantes que no pueden ni mantenerse parados y salen a comprar la segunda vuelta. Se recorren toda la ciudad buscando un kiosquito abierto que venda birra a esa hora…compran y vuelven. Cuando llegan son los más festejados, como si fueran amigos que hace años que no ves. Mientras tanto, en tu casa, arrancaron un porrito y después otro porque se habían olvidado de los chicos que están comprando y cuando vengan van a querer fumar. Cuando llega la segunda vuelta, estando ya todos fumados, abren las birritas y alguien saca la guitarra. Toca, toca, toca…la pasa, otro toca otro ratito…y fla, de repente se terminó el alcohol otra vez. Hacen vaquita, esta vez no hay tanta plata. De vuelta el conductor asignado, y los acompañantes se van a hacer las compras…pero ahora con la idea de comprar menos cervezas, algún vinito por que es más barato, y algo para comer porque pinto la gula y en la heladera no hay nada. Cuando vuelven la joda sigue…sigue la música, la guitarra, la vuelta de la botella, otra seca de porrito y así hasta las ocho de la mañana. ¿Caíste en la cuenta del exceso? Te refresco la memoria: se tomaron 36 cervezas (tres cajones), 4 vinos tintos, y se fumaron 6.
Hasta acá todo es muy divertido. La estamos pasando muy bien, sin caer en los riesgos del exceso. Pero como en toda nota, si ya vimos la parte buena ahora nos toca ver la parte “mala”. Siempre siguiendo con esta modalidad de contar a través de situaciones.
Siempre que salís con tu amiga, las dos se emborrachan hasta ponerse como raja. Pero últimamente ella adoptó la actitud de insinuársele a algún chico que le gusto, hasta conseguir irse con el a algún lugar para seguir con la fiesta. Generalmente, al otro día le decís: “que trola que sos” o “mira que sos puta eh”. Pero se cagan de risa, porqué hasta ahí se lo decís en joda. Después de un tiempo empezas a adoptar la misma actitud…y así, como de repente, las dos terminan copando un pibe diferente todos los miércoles, viernes y sábados. Sin embargo, un día salen y por alguna de esas casualidades de la vida una se emborracha y la otra no. Entonces observas tristemente, lo patética que se ve la otra, y la pésima imagen que deja ante los que la rodean. Cuando llegas a tu casa pensás que mañana se lo vas a decir para que se calme, porque no querés que hablen mal de ella y porque sabes lo excelente persona que es. Sin embargo, al otro día te levantas con una tristeza inexplicable, y con el correr de las horas te das cuenta que se debe a que si vos no diste la misma imagen ayer es porque no estabas lo suficientemente en pedo como ella. Ese es para nosotras un golpe fuerte. Caemos en la cuenta de que al llegar al bar vemos demasiadas caras bien conocidas, y como se corre la bola de “yo estuve con esa”, “yo también”, “yo también”, “yo también” ¿Triste no?
Se juntaron en la casa de un amigo. Iban a tomar algo y después salían todos juntos porque había una fiesta de no se quien, en no se donde. Tomaron un par de cervezas, y comenzó el conocido ritual de ir a comprar más. Cuando se decidieron a salir, ya habían tomado suficiente y te das cuenta de que tu amigo y tu novia están demasiado destruidos como para salir…en efecto, están demasiado en pedo como para levantarse. Se gastaron toda la plata en birra, y no les quedo un mango para tomarse un taxi hasta la casa. Vos querés salir, porque estas copete y no querés terminar la noche a las tres de la mañana, pero ellos te piden que los acompañes porque solos no llegan ni a la esquina. Salen, y hasta que vos terminas de saludar a todos y salís, ya esta tu novia tirada en la vereda, y tu amigo lanzando. Te cargas uno en cada hombro, y empieza la caminata extensísima hasta tu casa. En el camino tu novia no deja de hablar pavadas de borracha, tu amigo se quiere cagar a palos con medio mundo, y vos como podes intentas llevarlos lo mejor posible. Pareces una madre con hijos chicos preocupándote porque ninguno se te escape de la vista, ni cruce la calle solo, ni se aleje demasiado por miedo a lo que les pueda pasar. Cuando llegan a tu casa sentás a tu amigo en el comedor, llevas a tu novia al baño, le lavas la cara, la desvestís y la acostás en tu cama. Volvés al comedor, haces lo mismo con tu amigo, le das una taza de yogurt con cereales porque jode con que tiene hambre y lo acostás en su cama. Esperas un rato estando atento, para ver que los dos están bien, y se duerman. En esas estas cuando te mandan un mensaje tus amigos que dice “te pasamos a buscar y salimos” y cuando te dispones a salir te das cuenta de que ya te rescataste, y que estas realmente muy cansado de cargar con ellos dos durante cuarenta cuadras, acicalarlos, acostarlos y cuidarlos. Decidís acostarte a dormir, y te das cuenta de que los dos son inamovibles, así que terminas durmiendo tirado en el suelo y tapado con una frazada que lograste rescatar, o más triste aún, en la bolsa de dormir.
Y ni hablar de la resaca que nos ataca al otro día. Duele la cabeza, la panza…estas muerto de hambre, pero no podes tomar ni un vaso de agua porque te sube todo. Si llegas a ingerir una aspirina se te hace un agujero en el estomago que no te lo saca ni San Alikal. Como dicen Las Pastillas: Un candombe en la cabeza que no es para bailar, por más agua que le tira no lo puede hacer sonar, un tambor en las entrañas, no para de replicar”. Y siguiendo con este temazo (que te recomiendo escuches), si tenés que ir a trabajar, no queda otra que el café negro y la aspirina (son como dios) y un San Alikal, para arrancar. Cuando la panza dejo de tronar, podes animarte a tomar una Coca de 600 con 2 Cafiaplus para activar, porque pareces un zombi y si tu jefe te ve así (demacrado y medio dormido) te va a pegar una patada en el culo y te quedaste en la lona.
En conclusión. No hablamos de estadísticas que no nos convencen nunca, por que siempre pensamos “¡ah, es exagerado, nosotros no, porque no tomamos tanto!”. Pensá y fijate que si, que nosotros también tomamos un montón, y que generalmente el exceso nos perjudica. Que nos encontramos ante situaciones incomodas, que el estado en el que estamos no nos permite resolver.
Es corta la bocha, tomar es divertido, la pasamos bárbaro. Pero como todo, tiene su parte chota, que es la desproporción desmedida. No creo que tengamos que dejar de tomar, creo que hay que controlar la cantidad y la mezcla. Tomar conciencia de que la pasas mejor cuando estas medio copete, y no en pedo del todo; cuando estás alegre y no cuando estás tirado en un rincón sin poder moverte, cuando al otro día te levantas y te morís de risa acordándote de las boludeces que hacías, y no cuando te levantas al lado de alguien y no te acordás ni como se llama. Te la dejo picando, vos pensala…yo, de mientras, me voy a tomar una fresca en la plaza, ja!